Recuerdos de la Señora María

María Pérez González, calle Juan Zofío 28, 90 años, acompañada de sus gatos y perros que pacíficos ocupan la casita, va desgranando pausadamente, con memoria detallada, los recuerdos que guarda desde su infancia.

“Llegué al barrio con 3 años. Mis padres, él funcionario del Ayuntamiento, vivían en el barrio Tetuán de Madrid. Compraron un pequeño solar a Juan Zofío, vecino de Carabanchel y propietario de estos terrenos, y se construyeron su hotelito, con su jardincito y su corral, como otros compañeros del trabajo.

El barrio era entonces un pequeño pueblo; de hecho pertenecía al Ayuntamiento de Villaverde. Cuando nos desplazábamos para el trabajo, las compras… hablábamos de “ir a Madrid”. Para ello debíamos andar un buen trecho y coger el tranvía que desde Marcelo Usera nos acercaba a Atocha. En el colegio público que estaba en Cerro Blanco aprendí mis primeras letras. Nos acostumbraron a leer; siempre me ha gustado leer.

Cuando tenía 8 años comenzó la guerra civil. Mi padre, desplazado para el frente de la Casa de Campo, se despidió de mi madre, temiendo no volver a verse, como así sucedió ya que murió allí. Recuerdo lo que le dijo en esta despedida: “No lleves a los hijos a un internado y no los pegues”.

Nuestra casa quedó justamente entre la trinchera de los republicanos, que estaba en la calle Marina Usera, y la de los franquistas, en Cerro Blanco. Recuerdo que a veces, cuando no peleaban, los soldados de uno y otro bando se pedían tabaco o cerillas a voces. Después nos desplazaron al centro de Madrid.

A la vuelta, cuando acabó la guerra, toda la zona estaba destrozada por la construcción de las trincheras y los impactos de las bombas. Nosotros jugábamos entre los restos de trincheras. Los primeros meses todavía encontrábamos las instalaciones de luz que habían tenido durante la guerra, los colchones donde dormían los soldados, etc. etc. Había un lugar que llamábamos especialmente misterioso, “la mina”, posiblemente un socavón producido por alguna explosión.

La vida del barrio-pueblo fue retomando poco a poco su normalidad. Llegados los años 50 se instalaron entre nosotros más vecinos de otros barrios y pueblos, primero de Madrid, y más tarde, de otras regiones de España. Pero el barrio no perdió su carácter de pueblo. Había una buena convivencia y preparábamos las fiestas con la participación y colaboración de todos los vecinos,”

 María Pérez González

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